sábado, 1 de noviembre de 2008

Papá, dame un respiro



El otro día una compañera me pasó este artículo que se publicó en El País semanal el 12 de octubre y que he podido leer aprovechando la llegada del fin de semana.

Recoge las reflexiones de Carl Honoré sobre el control y superprotección con los que estamos envolviendo a los niños y que ha querido reflejar en su nuevo libro "Bajo presión".

Las ilustraciones que acompañan al artículo son de Santiago Valenzuela y reproduzco aquí la que aparece en el artículo en internet porque me parece que expresan muy bien lo grotesco de la situación.

Después de leer el artículo, me da la impresión de que el autor no ha dado mucho énfasis en las consecuencias de esta forma de educación en la que los padres, profesores y sociedad en general estamos cayendo.

En mi instituto, por ejemplo, muchos chicos son, cada vez más, unos pequeños tiranos, con un ego desmedido, a los que no se les puede llamar la atención porque sus padres están dispuestos a disculparles por todo y a desautorizar a los profesores.

Y, sin embargo, una sola afirmación de boca de una niña de 13 años de Madrid recogida en el artículo de Carl Honoré me parece tremendamente escalofriante:

Soy el gran proyecto de mis padres. Incluso cuando estoy a su lado, hablan de mí en tercera persona.


En este momento recordé el libro El Profeta de Kalhil Gibrán y lo que había leído en el apartado De los hijos:

Vuestros hijos no son hijos vuestros.

Son los hijos y las hijas de cuanto la Vida desea para sí misma.
Son concebidos por medio de vosotros, mas no de vosotros.

Y aun estando con vosotros, no os pertenecen.


Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis que ellos sean como vosotros. Porque la vida no anda hacia atrás ni se para en el ayer.

Sois los arcos de los cuales vuestros hijos han sido disparados como dardos vivos.

Tremendamente escalofriante pero, por otra parte, pesada como una losa. ¿Cómo evitar proyectar sobre tus hijos todos tus miedos, ilusiones, deseos?

La única solución imperfecta que se me ocurre es:

Viviendo nuestros miedos, ilusiones y deseos en nuestro presente todo lo que podamos.

3 comentarios:

Falingo escribe dijo...

Totalmente de acuerdo

A mí me aterra pensar el momento en que todas estas generaciones lleguen a tener responsabilidades reales.

Son incapaces de asumirlas.

En fin, disfrutemos del sábado! :D

Anónimo dijo...

La sobreprotección a día de hoy se considera maltrato, con razón, planifican tanto a los niños que les quitan la autonomía por completo.
Los niños llevan fatal la frustración porque en esa protección absoluta no se les permite tener ni un solo disgusto.
Y las miles de actividades para que no estén solos... ¿un niño de 12 años necesita canguro?

Patricia dijo...

Yo pienso que las actividades no son sólo para que no estén solos sino para que los niños lleguen a ser todo lo que los padres no han podido ser.


Yo muchas veces me he encontrado soñando despierta con que voy a hacer con mis hijos (que todavía no han nacido y vete tú a saber si nacerán)todo lo que a mí me hubiera gustado.

¿Y si mi hijo me sale futbolero y mi hija super-pija?

Mi gozo en un pozo.

Así que me voy a concentrar en satisfacer los sueños y deseos que pueda, que con el futbolero y la pija no voy a poder ir a ningún museo de los que me gustan a mí...